jueves, 7 de noviembre de 2013

La crisis de la construcción y el camión de helados

El mercado es el mundo. En Globalider hemos convertido nuestro lema en una realidad, extendiéndonos a 4 continentes y a más de 20 mercados extranjeros; “mimetizándonos”–el concepto que pondremos de moda en internacionalización: “donde fueres haz lo que vieres”- a través de nuestras delegaciones internacionales con más de 700 millones de potenciales consumidores en múltiples canales de distribución.

En estos días nos visitó en Algeciras Don Emilio Corbacho y su equipo, para conocer de cerca nuestras realizaciones. Don Emilio es un hombre culto, avezado interlocutor, un directivo de instinto y compromiso, que impulsa desde su cargo de Secretario General, la Federación Provincial de Agrupaciones de Empresarios de la Construcción de la provincia de Cádiz; así como las organizaciones empresariales de ámbito regional FADECO Promotores y FADECO Contratistas. Difícil cometido siempre ha sido, pero en los momentos que vivimos en España, valor y coraje no solo se presuponen, sino que aplaudimos.

Desde Globalider proclamo que a esta España del “atolladero” nos arrimen a muchos “Emilios”, entendedores de que la crisis en nuestro país pasará de largo con un cambio de usos y costumbres, de estrategia, con apertura de miras y pasos decididos hacia otros mercados en el mundo, que entienden que España construyó bien, que en España hay buenas oportunidades para el gran stock de bienes inmuebles disponibles, y que el constructor español tiene a su vez muchas oportunidades en el mundo; con un adecuado proceso de internacionalización y de mimetización –haremos famoso el concepto.

Desde que recuerdo mi devoción por los negocios –muy prematura, con no más de 14 años- siempre me gustó la idea de explotar un camión de helados, de esos que circulan por cada ciudad extraordinariamente decorados, con música de organillo que nos desplaza en la memoria a los padres y sitúa a los niños; de los que van a donde va la gente –como “Vicente”, otro avezado y prematuro mimetizador-, de los que representan el éxtasis de la venta ambulante: siempre en la calle, aprovechando cada momento y cada oportunidad.

Finalmente –la de vueltas que da la vida- cambié el camión de helados por otra actividad igualmente emocionante: la internacionalización de empresas, el acompañamiento en la apertura de nuevos mercados, la conquista de canales de distribución en países emergentes, en crecimiento demográfico. Al final Globalider piensa como “Emilio”, o como “Vicente”, o como el dueño del camión de helados: hay que aprovechar cada momento y cada oportunidad, en una deambulación permanente por el mundo, que es el mercado.

Al sector de la construcción le vendría bien reflexionar en este sentido. Globalider tiene presencia en mercados de África, América Latina u Oriente Medio donde la actividad no solo no se ha frenado, sino que está en plena expansión. Ya sabía el dueño del camión de helados que a la vuelta de la esquina y a la hora del recreo había cientos de niños en el sitio justo y en el momento oportuno. La música del organillo nos lo advierte nuevamente: El mercado es el mundo.


FJ Casáus
Director General
GLOBALIDER

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